Por otro lado, cuentan que el mole fue creado por accidente en una cena que se le iba a hacer al obispo. La leyenda dice que Fray Pascual —horas antes de banquete—, iba a guardar algunos chiles e ingredientes en la alacena, pero tropezó sin querer en la olla donde se cocinaba el guajolote (que se iba a servir en la cena) y así fue como se creó la mezcla.
No sabemos la veracidad de dichas leyendas, pues el mole es un platillo completo que cuya sofisticación no es improvisada y con el paso del tiempo la receta ha ido perfeccionándose y no solo por los ingredientes sino también por la historia y cultura que conlleva generación tras generación.
Los ingredientes del mole varían y en cada casa lo hacen de diferente manera, pero lo que siempre lleva (al menos en Puebla) es: chile ancho, chile mulato, chile pasilla, chipotle, clavo, pimienta gorda, comino, canela, anís, chocolate, cacahuate, almendra, nuez pecana, pepitas, ajonjolí, pasas, jitomate, tomate, ajo y cebolla. Digamos que esta es la base, después cada quien lo muele y sazona a su manera.
No olvidemos mencionar que en tiempos pasados el mole era acompañado de guajolote, sin embargo, de unos años para acá se ha hecho el uso del pollo, popularizando más la receta.
¿Quién no conoce el Mole de Caderas? Este guiso es común en la cocina mexicana, especialmente en la región de Tehuacán, en Puebla. Lugar de donde también es el famoso Mole Poblano. Se cree que su origen se debe a que siempre se ha tratado de aprovechar todos los recursos y alimentos. Las antiguas cocineras afirman que el sabor que le dan las caderas de chivos es la diferencia.